En el marco del Día Mundial del Cáncer Renal, se advierte sobre el preocupante aumento de casos de cáncer de riñón en la Argentina. Según las proyecciones de la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC), se espera que los casos de esta enfermedad en el país aumenten un 56,1% para el año 2045.
Aunque el cáncer de riñón no es uno de los más prevalentes en el país, los especialistas insisten en la importancia de la prevención y la detección temprana para mejorar las tasas de curación.
De acuerdo con los datos proporcionados por el Observatorio Global del Cáncer (GLOBOCAN), el cáncer de riñón ocupa el puesto 14 en incidencia a nivel mundial, y el 16 en términos de mortalidad. A pesar de su menor frecuencia en comparación con otros tipos de cáncer, la IARC ha señalado un aumento sostenido en los casos de cáncer renal en todo el mundo.
Factores de riesgo y prevención
Las causas del cáncer renal están principalmente relacionadas con alteraciones en el material genético de las células del riñón. Estas alteraciones pueden ser tanto hereditarias como adquiridas a lo largo de la vida. Las causas adquiridas son las más comunes y están asociadas a factores de riesgo como el tabaquismo, la obesidad, y la exposición a sustancias químicas. Estos factores pueden dañar el ADN de las células renales y alterar el funcionamiento de los genes que regulan el crecimiento celular, favoreciendo así el desarrollo de tumores.
El cáncer de riñón tiene la particularidad de que, en sus primeras etapas, no suele presentar síntomas evidentes. Dado que los tumores pequeños están ubicados en una zona profunda del cuerpo, no pueden detectarse fácilmente mediante un examen físico.
Los estudios más comunes para detectar esta enfermedad son las ecografías, las tomografías y las resonancias magnéticas. Estos exámenes permiten detectar tumores en fases tempranas, cuando las opciones de tratamiento son más efectivas.
A medida que el cáncer de riñón avanza, pueden comenzar a aparecer síntomas, como sangre en la orina (hematuria), dolor persistente en el costado, masa palpable en la espalda baja, fatiga, pérdida de apetito, pérdida de peso inexplicada, fiebre prolongada sin causa aparente y anemia. En esos casos, los estudios por imágenes son muy importantes para confirmar el diagnóstico.
Opciones de tratamiento según el estadio de la enfermedad
El tratamiento del cáncer renal varía según el estadio de la enfermedad y el estado general del paciente. En los estadios tempranos, la cirugía es la primera opción, y se utiliza para extirpar el tumor. En los casos más avanzados, se utilizan tratamientos sistémicos como la inmunoterapia, las terapias dirigidas y la quimioterapia. Estos tratamientos actúan a nivel general y ayudan a frenar la diseminación del cáncer.
El pronóstico de curación depende de la etapa en que se detecta la enfermedad. Según el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos, la tasa de supervivencia a cinco años para los pacientes con cáncer de riñón localizado (cuando no se ha diseminado fuera del riñón) es del 93%. Sin embargo, cuando la enfermedad se ha diseminado a otros órganos, esta tasa disminuye considerablemente: 75% si se ha propagado a los ganglios linfáticos y 18% si ha llegado a otros órganos como los pulmones, huesos o cerebro.
El aumento proyectado de los casos de cáncer renal en la Argentina resalta la importancia de la prevención y la detección temprana de esta enfermedad. Las estrategias preventivas, como dejar de fumar, mantener un peso saludable y realizar chequeos periódicos, son claves para reducir el riesgo. Además, los avances en la medicina permiten ofrecer opciones de tratamiento que, cuando se aplican de manera temprana, ofrecen tasas de curación que superan el 90%. Actuar a tiempo sigue siendo la mejor forma de enfrentar esta enfermedad, cuyo aumento en la incidencia exige una respuesta activa por parte de la sociedad y los profesionales de la salud.