Ictus: qué es, cómo reconocerlo y por qué cada minuto cuenta

En el Día Mundial del Ictus, el Dr. Manuel Blanco, especialista en neurología y agremiado a la Agremiación Médica Platense, explica las señales de alerta, los factores de riesgo y la importancia de actuar con rapidez para prevenir secuelas y salvar vidas. 

¿Qué es exactamente el ictus y por qué es tan importante hablar de este tema?
El ictus o accidente cerebrovascular (ACV) es una interrupción repentina del flujo sanguíneo al cerebro, lo que impide que las neuronas reciban oxígeno y nutrientes.
Dependiendo de su causa, puede ser de dos tipos:
•    Ictus isquémico, producido por la obstrucción de una arteria cerebral (representa alrededor del 80 % de los casos). La causa puede ser local, por un trombo, o a distancia, émbolos que provienen generalmente de las cámaras cardíacas que impactan y obstruyen arterias cerebrales.
•    Ictus hemorrágico, causado por la rotura de un vaso sanguíneo que provoca sangrado dentro del cerebro.
Su importancia radica en que el ictus es una de las principales causas de muerte y discapacidad en adultos, pero la mayoría de los casos son prevenibles. Además, la detección temprana y el tratamiento oportuno y rápido mejoran de forma significativa las posibilidades de recuperación.

¿A quiénes puede afectar un ictus? ¿Solo ocurre en personas mayores?
Aunque la incidencia aumenta con la edad, el ictus puede afectar a personas de cualquier edad, incluso jóvenes y adultos en plena actividad laboral.
En los últimos años se observa un incremento de casos en menores de 45 años, vinculado a factores de riesgo modificables como la hipertensión arterial, el tabaquismo, la obesidad, la diabetes, el colesterol alto y el sedentarismo.
También existen causas menos frecuentes en pacientes jóvenes, como problemas cardíacos (por ejemplo, foramen oval permeable), trastornos de la coagulación o consumo de drogas estimulantes.

¿Cuáles son las señales de alerta más frecuentes?
El ictus aparece de forma brusca. Los síntomas más característicos incluyen:
•    Pérdida de fuerza o sensibilidad en la cara, brazo o pierna, generalmente de un solo lado del cuerpo.
•    Dificultad para hablar o comprender el lenguaje.
•    Pérdida repentina de visión en uno o ambos ojos.
•    Problemas para caminar, pérdida del equilibrio o coordinación.
•    Cefalea súbita e intensa, especialmente si se trata de un ictus hemorrágico.
•    Vértigo agudo, inestabilidad al caminar.
Una forma práctica de recordarlo es el acrónimo FAST (por sus siglas en inglés):
•    F (Face): un lado de la cara se cae o desvía.
•    A (Arm): debilidad o dificultad para levantar un brazo.
•    S (Speech): alteraciones en el habla o comprensión.
•    T (Time): actuar rápidamente y llamar al número de emergencias.

¿Qué debe hacerse ante la sospecha de un ictus?
El ictus es una emergencia médica. Ante la mínima sospecha, se debe llamar de inmediato al servicio de urgencias (911) y trasladar al paciente a un hospital con unidad de ictus.
No se recomienda esperar, administrar medicamentos ni intentar que los síntomas se resuelvan por sí solos.
La atención precoz es clave, ya que cada minuto de retraso implica la pérdida de millones de neuronas y disminuye las posibilidades de recuperación y de tratamiento oportuno.

¿Qué papel juega la rapidez en el pronóstico del paciente?
La rapidez en la atención es determinante.
En el ictus isquémico, los tratamientos de reperfusión —como la trombólisis intravenosa con activador tisular del plasminógeno (rt-PA)— deben aplicarse de manera promedio o efectiva, dentro de las primeras 4,5 horas desde el inicio de los síntomas.
En determinados casos, se puede realizar una trombectomía mecánica, un procedimiento endovascular que permite retirar el coágulo hasta las 6 o incluso 24 horas, según el tipo de lesión y los resultados de neuroimagen.
Actuar dentro de estos tiempos aumenta considerablemente las probabilidades de recuperación funcional, ya que el cerebro afectado recupera el flujo sanguíneo perdido con lo que se reduce el riesgo de secuelas permanentes.

¿Qué factores aumentan el riesgo de sufrir un ictus?
•    Los principales factores de riesgo modificables son:
•    Hipertensión arterial (el más importante).
•    Diabetes tipo 1 y 2
•    Dislipidemia (colesterol y triglicéridos elevados).
•    Tabaquismo y consumo excesivo de alcohol.
•    Sedentarismo y obesidad.
•    Estrés sostenido.
•    Fibrilación auricular y otras cardiopatías embolígenas.
Estos factores, en su mayoría, pueden controlarse mediante cambios en el estilo de vida y tratamiento médico adecuado.

¿Se puede prevenir un ictus?
Sí, la prevención es la herramienta más eficaz.
Las medidas más importantes son:
•    Controlar la presión arterial y realizar controles periódicos.
•    Mantener niveles normales de glucosa y colesterol.
•    No fumar y limitar el consumo de alcohol.
•    Adoptar una alimentación saludable, basada en frutas, verduras, legumbres, cereales integrales y baja en sal y grasas saturadas.
•    Practicar actividad física regular (al menos 150 minutos semanales).
•    Evitar el sobrepeso y el sedentarismo.
•    En pacientes con enfermedades cardíacas, cumplir con el tratamiento anticoagulante o antiagregante indicado.

¿Qué tipo de tratamiento o rehabilitación se realiza después de un ictus?
Tras la fase aguda, el proceso de rehabilitación neurológica es esencial para la recuperación.
Este proceso incluye fisioterapia, terapia ocupacional, logopedia y apoyo psicológico, con el objetivo de recuperar funciones motoras, del habla y cognitivas, así como mejorar la calidad de vida del paciente.
La rehabilitación debe iniciarse lo antes posible y requiere la participación activa del paciente, la familia y un equipo multidisciplinario.
Con un abordaje integral, muchos pacientes logran retomar sus actividades y recuperar un alto grado de autonomía.

¿Qué mitos o falsas creencias existen sobre el ictus?
Algunos de los más comunes son:
•    “El ictus solo ocurre en personas mayores” Falso. Puede afectar a cualquier edad.
•    “Si los síntomas desaparecen, no pasa nada” Falso. Puede tratarse de un ataque isquémico transitorio (AIT), una señal de alarma de un ictus de mayor cuantía, el cual debe recibir prácticamente la misma atención y estudios complementarios que el acv ya instalado.
•    “No hay tratamiento posible” Falso. Hoy existen terapias de reperfusión muy efectivas si se aplican en el tiempo adecuado.
•    “Tengo cefalea, me está por dar un acv” Falso. Generalmente los acv no se presentan con dolor de cabeza, salvo excepciones de tipo hemorrágico en donde la mayoría se presenta con cefalea súbita e intensidad severísima de la misma.

¿Qué mensaje desea transmitir en el Día Mundial del Ictus?
“El ictus es prevenible y tratable”
Reconocer los síntomas, actuar con rapidez y controlar los factores de riesgo son las claves para salvar vidas y evitar discapacidades.

Para finalizar: 
Recordar siempre: “Cada minuto cuenta.”

Dr. Manuel Blanco
Especialista en Neurología
Médico de planta del hospital Mario Larrain de Berisso
Neurólogo de la fundación Cesar Burry